El aeropuerto de Texcoco, que oficialmente tenía que abrir sus puertas en 2021, iba a tener una capacidad inicial para 70 millones de pasajeros, sería el primero, fuera de Estados Unidos, con tres pistas de despegue y aterrizaje que podían operar de manera simultánea. Las sospechas de corrupción y el daño ambiental, las grandes banderas de López Obrador contra la obra, dejaron en jaque el mayor legado de infraestructuras de Peña Nieto, uno de los mandatarios mexicanos que más ha visto desgastada su aprobación ciudadana. Será hasta que López Obrador asuma el cargo como Presidente, este sábado, que miles de personas siguen acudiendo a diario a su puesto de trabajo en este vasto terreno de 5 mil hectáreas.
Sobre un mar de grava y arcilla se levanta la estructura de una torre de control a medio construir que iba a ser el emblema de la mayor infraestructura del Presidente de México, Enrique Peña Nieto, pero quedará como el último vestigio del aeropuerto que pudo ser y no fue.
El Presidente electo, el izquierdista Andrés Manuel López Obrador, anunció que cancelará la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM), que tenía que sustituir el actual aeródromo capitalino, tras una polémica consulta ciudadana organizada por su partido en la que ganó la opción de parar la obra.