En una vivienda en Palmarito, en el municipio de Quécholac, los menores sirven el hidrocarburo. Y un pequeño tuvo la idea de comprar pistolas similares a las que están en las gasolineras para agilizar la expedición del combustible. Javier Pérez, otro de los habitantes, afirma que los niños, junto con sus madres, salen a la calle o caminos a vender la gasolina.
En Puebla, el cuarto estado más pobre del país, una veintena de municipios se dedican al robo y comercialización de combustible que extraen ilegalmente de los ductos de Petróleos Mexicanos (Pemex). En la Nación Huachicol, los campesinos se convirtieron en ladrones de combustible, las familias venden las gasolinas que almacenan en sus casas y jóvenes y niños aprenden el oficio de “halcones”.
Los niños y jóvenes son quienes administran los grupos en Facebook que venden la gasolina ilegal hasta en 7 pesos y que llevan al máximo su creatividad para hacer memes de las explosiones y frases huachicoleras.