La balacera del miércoles 8 en Cuernavaca, Morelos –cuyo saldo fue de dos muertos y dos heridos–, es la muestra de una añeja pugna entre por lo menos tres grupos sindicales que intentan controlar a los ambulantes asentados en el Centro Histórico de esta ciudad. Los esfuerzos de la alcaldía y el gobierno estatal por reordenarlos sólo han dado frutos efímeros del año 2000 a la fecha. La violencia es cíclica y el episodio de la semana pasada recuerda la ejecución de Manuel García Bejarano, hijo del dirigente cetemista Jesús García, una de las personas fallecidas ese día.
La Confederación de Trabajadores de México (CTM) –preclaro ejemplo del sindicalismo corporativo– opera en Morelos como Federación de Trabajadores del Estado de Morelos (FTEM). Desde su creación aglutinó a los obreros de las industrias que arribaron a la entidad en la década de los sesenta y se establecieron sobre todo en la Ciudad Industrial del Valle de Cuernavaca (Civac), municipio de Jiutepec.