En 1989 inició el declive político electoral del Partido Revolucionario Institucional, que poco a poco los llevaría, 20 años después, a perder la presidencia de la República que había retenido durante 71 años ese instituto político fundado por Plutarco Elías Calles.
Sucedió en Baja California cuando en las elecciones estatales de aquel año, le fue reconocido oficialmente el triunfo al panista Ernesto Ruffo Appel, cuya victoria sería validada por quien entonces encabezaba la dirigencia nacional del PRI, Luis Donaldo Colosio Murrieta, con una frase que por insólita en el contexto electoral tricolor, automáticamente ocupó un lugar en el argot político mexicano: “la tendencia electoral no nos favorece”, dijo por primera ocasión un dirigente nacional priísta.