Imaginemos la internet como el servicio de televisión por cable: una internet fragmentada, empaquetada, en la que para acceder a un contenido, aplicación o servicio se tenga que pagar más dinero.
Imaginemos que las autoridades pudieran ordenar el bloqueo de contenidos, aplicaciones o servicios de internet en supuestos tan amplios y vagos como “situaciones de emergencia o de seguridad nacional”.