En su afán de sostener sus ganancias en un entorno social golpeado por la pandemia de covid-19, Ricardo Salinas Pliego y sus directivos no sólo mantienen abiertos sus negocios sino que se resisten a proteger a cientos de empleados. Mientras el país transita por la fase 3 de la emergencia sanitaria y restringe al máximo la movilidad de la población, el magnate presiona a su personal para que se arriesgue diariamente al contagio y lo haga “con buena actitud”.
La máquina corporativa del Grupo Salinas no quiere reducir su ritmo, a pesar de que la emergencia sanitaria por covid-19 alcanzó la fase 3 y se expandieron los casos probados de infecciones, tanto en sus instalaciones como en las filas de escritorios de los call centers donde cientos de agentes con sueldos de 4 mil 200 pesos al mes se sientan a 50 centímetros uno del otro para operar las llamadas.
Cinco empleados del grupo y de las empresas de outsourcing expresan a Proceso su indignación ante la falta de sensibilidad del equipo directivo del conglomerado que permite a Ricardo Salinas Pliego ser el segundo hombre más rico del país, y cuya filial Grupo Elektra generó utilidades netas por 14 mil 742 millones de pesos el año pasado.