El 18 de noviembre, su mamá le marcó por teléfono “asustadísima” porque tocaron a la puerta de la casa no uno, sino cuatro policías, para entregarle un citatorio: estaba imputada por los delitos de “daño a la propiedad doloso (bienes inmuebles), lesiones y robo a negocio”.
No entendía nada y no sabía quién podía estarla acusando de eso, hasta que días después se enteró de que no era la única: había 13 mujeres jóvenes en la misma situación, identificadas como feministas, y todas citadas para el 24 de noviembre, un día antes de la megamarcha por la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres.