A principios de diciembre, la pandemia arrasaba de nuevo en Ciudad de México: después de disminuir durante el verano, el coronavirus se propagaba rápidamente, las hospitalizaciones aumentaban y los respiradores se terminaban.
A pesar del aumento, los funcionarios federales tranquilizaron al público durante una reunión informativa el 4 de diciembre en la que se dijo que Ciudad de México no había alcanzado el nivel crítico de contagio que, según las propias normas del gobierno, obligaría al cierre de su economía.