A balazos, por ejemplo.
El 30 de mayo de 1984 fue asesinado, de cinco tiros por la espalda, el columnista político más influyente, leído y respetado de la prensa mexicana: Manuel Buendía. A partir de esa fecha, las balas que mataron a Buendía también mataron la barrera entre el poder político y la distancia respetuosa que debería ejercer hacia la prensa crítica y bien informada.
Sabido es que el autor intelectual del crimen de Buendía fue un policía político: José Antonio Zorrilla, entonces director de la Dirección Federal de Seguridad (DFS) dependiente de la secretaría de Gobernación durante el sexenio de Miguel de la Madrid. Zorrila ordenó al comandante Juventino Prado, jefe de la Brigada Especial, eliminar al columnista de Excélsior.