Si Joe Biden realmente quiere tratar a México como “país amigo”, como afirma, debe empezar con priorizar el combate al tráfico de armas de fuego, lo que implica reformar las laxas leyes de su país. Hasta ahora, la respuesta de todos y cada uno de los gobiernos, sean demócratas o republicanos, ha sido burocrática, en el mejor de los casos, y de oídos sordos, en el peor.
Bajo la legislación actual, los traficantes de armas pueden cruzar estados y fronteras internacionales sin temor a ser acusados. Vender armamento de guerra a criminales mexicanos no es un delito federal en EEUU. Debido a un código arcaico, el gobierno federal ni siquiera puede compilar datos sobre esas ventas.