México requiere más especialistas médicos y equipos de alta tecnología para enfrentar las epidemias que lo aquejan y también lo que se avecina: las secuelas del coronavirus. Frente a las deficiencias, las medidas preventivas (vacunación y distanciamiento social) y la organización de equipos de trabajo (entre médicos generales y especialistas) son factores que podrían frenar las consecuencias más graves de la COVID-19.
El sistema de salud de México cuenta con una cantidad competente de instalaciones, pero carece de manos y recursos médicos suficientes para operarlas y garantizar el acceso universal a servicios de calidad; una situación que —en un contexto de posible exceso de padecimientos por secuelas ligadas a la COVID-19— puede generar dificultades para cubrir una futura sobredemanda de servicios especializados, aunque pueda ser paleada, en alguna medida, con la estructura de médicos generales y familiares, que a nivel nacional tienen mejores índices de productividad que los especialistas.
De acuerdo con el doctor Alfonso Vallejos Parás, “probablemente ningún país esté preparado” para enfrentar un aumento extraordinario de padecimientos ligados al coronavirus. Sin embargo, el epidemiólogo de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) dijo en entrevista que la condición actual de la infraestructura y de los recursos de los sistemas de salud permitirán a los países afrontar, con menor o mayor eficiencia y efectividad, las secuelas de esta enfermedad.