La brecha entre mujeres y hombres en la tasa de participación económica descendió 8.1 puntos porcentuales entre 2008 y 2018, pero no se ha logrado eliminar, por lo que se acentúa la situación de pobreza. El trabajo doméstico y de cuidados no remunerados durante la pandemia también aumentó debido a las horas que se debieron dedicar a la educación y a la recreación de la población infantil que no ha podido regresar a las aulas.
La pandemia de la COVID-19 golpeó, particularmente, a las mujeres. La Población Económicamente Activa (PEA) disminuyó 9.7 por ciento, situándose en 20.2 millones, respecto a la PEA de hombres que decreció en 4.0 por ciento, con 33.6 millones.
En el año que corrió entre el tercer trimestre de 2019 y de 2020 la PEA de las mujeres se redujo más de dos veces que lo que lo hizo la de los hombres, rescató el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), a través de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo Nueva Edición (ENOEN) que levantó el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).