"Quiere gobernar y legislar, y además controlar al Poder Judicial para que nada ni nadie detenga lo que él considera es lo correcto".
Acostumbrado como lo ha estado los últimos dos años, a no tener oposición en el Poder Legislativo, a controlar a los gobernadores, y a ganar en los Tribunales Electorales, el Presidente Andrés Manuel López Obrador -y fue evidente el 15 de marzo de 2021- no soporta que le lleven la contra, o que actúen contrario a su proyecto de Nación. Ese día, molesto, envió una carta al Presidente del Consejo de la Judicatura, al Ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Arturo Zaldívar.
Efectivamente, en la misiva, el Presidente López Obrador se quejó del Poder Judicial, uno de los tres que componen en el Estado mexicano, y por consecuencia autónomos unos de otros, considerando al Poder Ejecutivo y al Legislativo. Su molestia fue porque, así lo refirió queriendo ser sarcástico, cuando debería ser la cotidianeidad, un día después que su reforma a la industria eléctrica fue aprobada en el Legislativo, un Juez de Distrito, concedió una suspensión provisional a un particular que, como puede suceder, consideró que tal reforma le afectaba sus derechos, los de su sector, los de su empresa.