Desde hace 23 años, Gabriela Cruz se dedica al aseo de calzado en la Ciudad de México, una actividad que aprendió de su padre. En cada jornada de trabajo -de las 08:00 a las 17:00 horas- ganaba entre 200 y 300 pesos con los que le era posible satisfacer las necesidades básicas de ella y sus dos hijos adolescentes, sin embargo, con el arribo de la pandemia de la COVID-19, los ingresos de la mujer de 38 años se desplomaron por lo que ha tenido que salir a las calles a vender cigarros y chicles para ganar algo de dinero con lo que pueda llevar alimento a su casa.
“Saqué ora sí que lo poco que tenía ahorrado y me lo fui gastando (…) cuando me lo acabé empecé a vender cigarros. Me fui por las avenidas más grandes, ahí por Insurgentes que era donde más o menos había gente porque en las calles no había ni un alma. Ganaba yo 30 o 40 pesos. Me iba temprano, ya 40, 50 pesos ya eran muy buenos, ya traíamos tortilla, un kilo de huevo”, cuenta Gabriela.