Juana Barragán, de 57 años, llegó al hospital Belisario Domínguez desde la colonia Zapotitla, en Tláhuac, muy cerca del lugar del accidente de la Línea 12. Con ella su nieta, Rubí Chávez, de 27 años. Ambas cargaban un diablito con botellas de agua para repartir entre los familiares de víctimas del siniestro. “En la mañana salió la noticia de que no les estaban dando a la gente. Una vecina nos apoyó con agua y vinimos”, dijo Barragán.
Para la mujer, regresar a este hospital tiene su impacto. Aquí traía a su hijo Ricardo a ser tratado de su diabetes. Cuando falleció dejó de venir, pero lo ocurrido el lunes le había hecho revivir lo pasado. “Es una forma de regresar un poco lo que me dieron”, explicó.