Fueron momentos dramáticos. Acorralado, entre cabos sueltos y la borda, el bichito amenazaba con su lanza a la tripulación, mientras de reojo observaba al mar embravecido, donde un Kraken, de la especie “kraken escarabujos” –especialista en comer escarabajos-, acechaba. Entonces, se armó de valor el intrépido polizón, alzó sus múltiples brazos al cielo y su voz rugió, opacando el ruido de las olas al chocar contra el casco de La Montaña:
Ich bin der Stahlkäfer, der Größte, der Beste! Beachtung! Hör auf meine Worte¡ (¡yo soy el escarabajo de acero, el más grande, el mejor. ¡Atención! ¡Escuchad mis palabras!)