Desde agosto de 2014, cuando la empresa Systra entregó al Gobierno de la CDMX y al Metro el informe final de diagnóstico de la Línea 12, las autoridades capitalinas conocían las deficiencias de la construcción del viaducto elevado las cuales incluían: problemas de drenaje y fugas, fisuras y grietas, irregularidad de geometría, defectos de nivel de los tramos adyacentes e incluso, variación de color del concreto de las estructuras prefabricadas que se utilizaron.
El recorrido de inspección que reveló estas deficiencias se llevó a cabo el 12 y 13 de mayo de 2014 -justamente hace siete años- mientras el viaducto elevado había sido cerrado a los usuarios porque se había detectado desgaste ondulatorio prematuro en las vías.