El martes 4 de mayo, enfrente del tren del Metro que quedó partido a la mitad, cuando las grúas movían lentamente los escombros de la tragedia de la Línea 12, los usuarios y habitantes de la zona hablaron con la prensa de cómo la necesidad los llevó a utilizar a diario este transporte —que ellos veían y sentían— estaba mal hecho.
Aunque el accidente, que cobró la vida de 26 personas, puede ser la máxima prueba de que había fallas en la construcción de la obra, un documento elaborado en 2014 muestra los detalles, externos e internos, que la “línea dorada” tenía a tan sólo un año y 10 meses de haber sido inaugurada.