Como cualquier día, Marimar Salinas llegó a su trabajo en una empresa transnacional de venta de cosméticos por catálogo. En el corporativo ella era la encargada de toda la parte de comunicación en Latinoamérica. Era noviembre de 2020.
Apenas se había sentado en su escritorio y un mail llegó a su bandeja de entrada: habría una reunión de trabajo a las 17:00 horas. Desde ese momento supo que algo no estaba bien.