La Costera Miguel Alemán divide Acapulco en dos mundos: el de los recuerdos de los pobladores, del lado turístico, donde habitan los fantasmas de los famosos que visitaron un día la playa y sus importantes hoteles, décadas atrás, y el mundo de la violencia y la inseguridad, situado del otro lado de la avenida, hacia las colonias populares, hacia la Zapata, la Renacimiento, la Costa Azul, la Venta, colonias pobres de calles sin pavimentar y de casas sin luz ni agua potable.
Los rostros de los candidatos en los espectaculares atiborran la emblemática avenida, rostros siempre sonrientes, eternamente alegres, como si en este puerto, que vigilan elementos armados del Ejército y la Guardia Nacional, no hubiera más que motivos de regocijo.