Quienes están injustamente presos no sólo sufren ellos mismos la privacion de la libertad. Madres, padres, novias, hermanos, esposas, amigos sufren también el encarcelamiento de quienes en funesto momento cayeron en garras policiacas que debían presentar “resultados” a sus superiores o, incluso, aportar una cuota de detenidos.
Desde hace décadas, las prisiones mexicanas están llenas, también, de presos políticos bajo acusaciones distintas a las reales que motivaron su encarcelamiento. Se oponían a un megaproyecto, defendían derechos, territorio o medio ambiente o estorbaban a un político y terminan tras las rejas bajo procesos de delitos de alto impacto que no cometieron.