Alfredo Ezequiel Santos Ayala tenía 25 años cuando desapareció. Dos hombres armados entraron en su casa el 26 de septiembre de 2019 en Tlajomulco, Jalisco. Meses después, en febrero de 2020, su madre, Guadalupe Ayala, recibió la peor noticia: los forenses habían descubierto que uno de los restos hallados en una fosa clandestina en El Mirador correspondía a su hijo.
Ella, que había comenzado a buscar desde el primer momento en el que tuvo noticias del secuestro de su hijo, inició entonces una nueva lucha: recuperar todo su cuerpo y tener la certeza de que lo que le entregaban las autoridades correspondía a su hijo.