Los integrantes de la élite económica mexicana tienen puntos en común: muchos heredaron sus fortunas y grupos empresariales, se han beneficiado de monopolios creados de la mano del poder político y de las privatizaciones llevadas a cabo durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari y gobiernos anteriores del actual les han obsequiado multimillonarias condonaciones fiscales.
No sólo eso: también acostumbran canalizar parte de sus fortunas a paraísos fiscales y bancarios, desde los cuales satisfacen sus excentricidades y diversifican sus portafolios de bienes mediante la compra de inmuebles en Estados Unidos –principalmente en Miami, Nueva York o Vail–, yates o aviones o para controlar cuentas bancarias en Suiza.