En julio de 2010, tres días antes de que Joseph Ratzinger, el entonces papa Benedicto XVI, oficializara la intervención del Vaticano en los Legionarios de Cristo para “limpiar” la congregación mexicana de los delitos fomentados por su fundador, Marcial Maciel Degollado, los incondicionales de éste empezaron a constituir complejas estructuras offshore, mediante las cuales movieron más de 300 millones de dólares a paraísos fiscales.
Entre el verano de 2010 y finales de 2011, mientras el enviado del papa, el cardenal Velasio de Paolis, auditaba sus acciones, los aliados de Maciel crearon tres trusts en Nueva Zelanda, que compartían la misma dirección y los mismos directores de papel; estos trusts, vinculados entre sí, controlaban cuentas en los bancos suizos Pictet, Crédit Suisse, Lombard Odier & Cie (LODH), Syz y la filial helvética de JP Morgan, desde las cuales invirtieron en portafolios diversos, así como en empresas de la Legión.