Al asumir como gobernador del estado de Guerrero, el 27 de octubre de 2015, Héctor Astudillo Flores se comprometió a restablecer “el orden y la paz” en ese momento que el estado se vivía una crisis - político social tras la masacre y desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa en la ciudad de Iguala.
Después de seis años, la entidad sigue hundida en una espiral de violencia, rezago, impunidad, corrupción y protestas públicas de trabajadores del gobierno estatal que demandan el pago de salarios devengados, bonos y prestaciones.