A dos décadas del asesinato de la activista, organizaciones claman justicia para la defensora de los derechos humanos, quien luchó por muchas causas y se enfrentó a las autoridades, las cuales quisieron hacer pasar su muerte como suicidio y por eso su homicidio llegó hasta instancias internacionales, obligando a México a reabrir su caso.
Era la tarde del 19 de octubre de 2001 cuando Digna Ochoa y Plácido fue encontrada sin vida en su despacho ubicado en la calle de Zacatecas 31 de la colonia Roma de la Ciudad de México. La defensora de derechos humanos, quien fue objeto de varias amenazas y secuestros debido a su trabajo, recibió disparos de arma de fuego en la cabeza y piernas, y a su lado se encontró una amenaza de muerte por escrito, sin embargo, las autoridades concluyeron en su momento que se trataba de un suicidio, lo que indignó a su familia y activistas, quienes a 20 años de lo ocurrido aún claman justicia.