Un recorrido por la Escuela Normal Rural de Atequiza deja ver el abandono en que se encuentra por parte de estudiantes y autoridades estatales para cumplir con los cinco ejes de formación: educativo, deportivo, medios de producción, cultural y político. Las instalaciones fueron cerradas por la pandemia de Covid-19, contrario a otras normales que se mantuvieron abiertas.
Atequiza, Ixtlahuacán de los Membrillos, Jalisco. Los muros de la Escuela Normal Rural Miguel Hidalgo, en Atequiza, se han convertido en refugio de “misioneros” de la educación. Aquí estudian aquellos a quienes se han visto marchar, una y otra vez, por las calles en busca de justicia presupuestal y social. Con puño alzado, aun con la crisis generada por la pandemia de Covid-19, han transitado por las principales avenidas de la capital del país con la exigencia de que se respeten los lugares de nuevo ingreso, les garanticen las plazas laborales y les sean otorgados los recursos económicos debidos a su escuela.
Ahora, en medio de una pandemia, los alumnos ven cómo el modelo de la escuela se desvanece porque el gobierno de Jalisco ha decidido quitarle su esencia: ser exclusiva para los hijos de obreros y campesinos, lo que implica que cualquier aspirante, de cualquier estrato social, puede acceder a esta. En consecuencia, se desalienta la formación en los otros ejes y el compromiso de dar clases en los lugares más apartados del país.