Bertina Parada, de 62 años, vio por última vez a su hijo, Carlos Alberto Osorio Parada, hace una década. El joven, de 27 años, partió de Sonsonate, El Salvador, con destino a Estados Unidos. Nunca logró su objetivo. Tomó un autobús de Monterrey a la frontera y en algún punto del trayecto alguien lo interceptó y le obligó a bajarse.
Su cuerpo se encontró en las fosas clandestinas descubiertas en abril de 2011 en San Fernando, Tamaulipas. Dos años después, la mujer recibió la noticia: su hijo era uno de los 196 cuerpos encontrados en aquel lugar convertido en símbolo del horror sufrido por los migrantes en su trayecto a través de México.