Cuando Jennifer Salgado, de 19 años, quiso cobrar su primera paga como becaria del programa “Jóvenes Construyendo el Futuro” en San Pedro Sula, la segunda ciudad de Honduras, comprobó que su cuenta seguía en cero.
Llevaba un mes empleada en un local de Diunsa, una cadena de almacenes por departamentos con establecimientos por todo el país, y esperaba un aviso del banco con un código para poder recibir los 4 mil lempiras (unos 180 dólares) que debía pagarle el gobierno de México. Pero el dinero no llegaba.