Justina Zamarripa Contreras, mamá de Jessica Silva Zamarripa, conserva el mechón de cabello que le cortó a su hija durante su velorio. Tiene olor a formol, dice, pero es el único recuerdo físico que queda de ella.
Ha pasado poco más de un año desde la noche del 8 de septiembre de 2020 en que un agente de la Guardia Nacional (GN) disparó por detrás a la camioneta en la que iban ella y su esposo Jaime Torres, un agricultor que renta nogaleras para trabajarlas en Delicias, Chihuahua, en el norte de México.