Poco le duró a la base obrera la esperanza de sanear de líderes corruptos el Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM) mediante elecciones democráticas, como lo proclamó el presidente Andrés Manuel López Obrador el pasado 29 de octubre, cuando anunció el acuerdo al que llegó la titular de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS), Luisa María Alcalde Luján, con los caciques de ese gremio para renovar la directiva sindical.
El resultado de ese acuerdo fue un proceso amañado más. Lejos de democratizar al poderoso sindicato de 97 mil agremiados, dio armas para perpetuarse al grupo que se entronizó hace más de dos décadas, junto con Carlos Romero Deschamps, ahora con aval de la STPS.