Anaqueles con miles de garrafones anaranjados sin agua, la maquinaria solitaria y silenciosa, el estacionamiento vacío, las computadoras apagadas, los viejos camiones descompuestos, son apenas lo que queda de la empresa Bonafont, en el municipio de Cholula, Puebla, que durante 29 años “nos robó, en nuestra cara, un millón 640 mil litros de agua diarios”, afirma Campeche.
“Nadie”, lamenta el integrante de la organización Pueblos Unidos que se presenta con un pseudónimo por motivos de seguridad, “hicimos nada, nomás veíamos cómo la embotellaban y luego nos las vendían al tiempo que se secaban nuestros pozos”.