A la par de que el país debate sobre si privados o públicos deben controlar la energía, un cuarto de los hogares mexicanos no tiene acceso a alguna necesidad energética básica como luz, estufa o refrigerador. Hasta el momento, la Reforma Eléctrica no tiene en el centro el combate a esta pobreza energética, por lo que académicos recomiendan que se agregue una política integral de generación distribuida en comunidades.
Pese al potencial solar y eólico del país, en casi cuatro de cada diez hogares (Colef, 2016) sus habitantes no pueden satisfacer necesidades energéticas básicas, esto es, en 11 millones 93 mil casas, sobre todo en Chiapas, Guerrero y Oaxaca, no tienen luz eléctrica, cocinan con leña en fogones abiertos pese al daño respiratorio o carecen de un refrigerador, aire acondicionado y/o calentador, lo que puede derivar en enfermedades o incluso la muerte por deshidratación o hipotermia.
En el marco del parlamento abierto de la Reforma Eléctrica y la crisis climática, investigadores urgen a que el combate a la pobreza energética esté en el centro de la política energética nacional, ya que priva de otros derechos como la salud, el agua, la educación, la vivienda digna, la comunicación, la movilidad y un medio ambiente sano.