Sobrevivir al confinamiento y al cierre de actividades comerciales durante dos años, a causa de la pandemia, fue el menor de los males para Rodrigo –nombre con el que pidió ser identificado para exponer su caso–; con sus pocos ahorros pagó la renta de su establecimiento, cuentas pendientes y hasta el sueldo de los empleados de confianza del bar que tiene en las inmediaciones de Polanco.
Pero ahora que las actividades económicas están comenzando a reactivarse hay otra pandemia que afecta a los comerciantes de la Ciudad de México: la extorsión aplicada por la delincuencia organizada.