El Gobierno federal busca solventar la demanda hídrica para el AIFA y el desarrollo inmobiliario de alrededor con un acueducto que conduzca el agua proveniente de la refinería de Tula, ubicada en el corazón del Valle Mezquital, una región con estrés hídrico por la sobreexplotación y contaminación de acuíferos por el corredor industrial y las aguas negras del Valle de México.
Vestido con overol y gorra, espera sobre un masetero que improvisa de asiento. Habla con mucha confianza, saluda a la gente al tiempo que platica con nosotros. Leonardo es campesino y por temporadas trabaja en las fábricas del corredor industrial de Atitalaquia, en Hidalgo. Ya no bebe agua corriente, prefiere comprarla embotellada; cree que no hay nada más peligroso que tomar agua de la llave. “Te puede arder la panza, dar dolor de estómago o diarrea”, nos cuenta.
Por la mañana corre un olor semejante a frijoles quemados. No es un secreto. Los pobladores saben que las empresas descargan desechos líquidos en el drenaje o en las zanjas destinadas a regar el campo. En la zona operan aproximadamente quince plantas industriales que utilizan ácidos para limpiar sus tuberías.