Si como el Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, lo ha dicho y probado en sus conferencias, al único expresidente que respeta (porque, supuestamente, no metió las manos en la elección) es a Enrique Peña Nieto, a quien de hecho a diferencia de –por supuesto– Felipe Calderón, Vicente Fox o Carlos Salinas de Gortari, no “golpea” en términos políticos propagandísticos, entonces eso de la investigación de la Fiscalía General de la República contra el exmandatario priísta es puro espectáculo político electoral.
En la FGR no se mueve la foja de una carpeta de investigación sin que el Presidente esté no solo al tanto, sino de acuerdo. Hasta esa Fiscalía supuestamente autónoma, ha permeado la política pública presidencial de “abrazos, no balazos” para narcotraficantes y criminales organizados, quienes, ante la falta de investigación y persecución mantienen la impunidad que en este sexenio les fue ampliada y mejorada (tampoco es una novedad la impunidad al crimen).