Patricia Quijada Hernández, de 33 años recién cumplidos, estaba en su casa con su niño cuando, alrededor de la 1:45 horas del 5 de abril, escuchó que el rugido de varias camionetas y de coches rompió el silencio de la madrugada.
Como el resto de los vecinos que ocultaban su temor detrás de las cortinas de sus ventanas, Paty se asomó para tratar de averiguar qué sucedía.