Era enero de 2007 y los cárteles de la droga sostenían una cruenta guerra por el poder criminal en el País. Los homicidios dolosos, producto de este enfrentamiento entre mafiosos, aumentaban hasta llegar a contarse por arriba de los 20 mil en un año. Felipe Calderón Hinojosa tomó, entonces, la decisión de, ante la corrupción que imperaba en las corporaciones policíacas, de investigación y ministeriales, civiles, echar mano del Ejército para intentar contener la inseguridad y la violencia en el país.
Militarizó la seguridad pública, al tiempo que estableció protocolos para depurar las corporaciones civiles municipales, estatales y federales, como los exámenes de control, evaluación y confianza, la plataforma México, y las reuniones de seguridad entre distintos órdenes de gobierno, entre otras.