A principios de septiembre el gobierno de Zacatecas pidió apoyo al de Estados Unidos en materia de seguridad. El 6 de octubre acudió a la entidad una delegación del vecino país encabezada por el embajador Ken Salazar. Al término de esa “histórica” reunión privada –en la que no hubo representantes de Ejército ni de la Guardia Nacional–, el gobernador David Monreal anunció que se había acordado una estrategia de cooperación en materia de seguridad con Estados Unidos. Ante las críticas del presidente López Obrador, cinco días después el zacatecano tuvo que desdecirse.
Desesperado por la falta de resultados visibles en la lucha contra los grupos criminales que mantienen aterrorizada a la población zacatecana con asesinatos y extorsiones cotidianas, exterminio de policías, desaparición de personas y desplazamientos forzados, el gobernador morenista David Monreal Ávila, con intervención de su hermano Ricardo, el senador, pidió ayuda a la embajada de Estados Unidos y recibió una pródiga respuesta del embajador Ken Salazar.
El gobierno estadunidense ha incluido a Zacatecas en sus alertas de viaje y considera la entidad como una ruta del trasiego de drogas, incluyendo al fentanilo. El gobierno federal, en contraste, presume una disminución en la incidencia delictiva con su estrategia implementada en noviembre del año pasado, pero no ha cumplido con todos los compromisos asumidos desde la presentación del Plan Zacatecas II y la violencia no ha dejado de lacerar a los zacatecanos.