Don Manuel recuerda lo sucedido con enojo. Relata cómo un grupo de jóvenes armados perseguía en una camioneta a otro vehículo, presuntamente de una banda delictiva rival, y desde ahí disparaba sus armas sin importar que en la zona hubiera decenas de personas, incluyendo niñas y niños.
“Me preocupaban los niños que iban en el trenecito en el jardín (…) Luego miré a la señora que vende pan y estaba tirada en el suelo, boca abajo, resguardándose; también vi que estaba bien doña Cande, la que vende el esquite. Todos estaban bien. Yo, como le digo, yo no podía correr: estoy en mi silla de ruedas, y sin piernas, ni cómo ni para dónde hacerme, solo veía que la gente corría a esconderse”, narra.