La recaptura de Ovidio Guzmán, hijo del capo Joaquín Guzmán Loera, significa un golpe para el cártel de Sinaloa, pero dada la magnitud de esa empresa criminal en realidad podríamos afirmar que se trata de un rasguño al grupo delincuencial más poderoso del mundo.
Ovidio Guzmán no es el Cártel de Sinaloa, pero sí fungió como un engranaje importante en operaciones de tráfico de drogas –cocaína y sintéticas como el fentanilo –y lavado de dinero que se consolidó tras la caída de su padre, Joaquín Guzmán Loera, sentenciado a una cadena perpetua en Estados Unidos.