Esta es la historia de una familia que de vender hilos, colorante y prendas a la industria militar, se ha expandido a la construcción en instalaciones estratégicas y, en unos cuantos años, a la proveeduría de vehículos militares, refacciones para tanques, unidades blindadas y lanzaproyectiles calibre .40 mm.
Patricia Romero Rodríguez y sus hijos encabezan un consorcio que pasó de proporcionarle a la Sedena uniformes a venderle armas de grueso calibre así como tanques y vehículos blindados, entre otras cosas… y ese inaudito cambio de giro ocurrió en la 4T.