Cuando escuchó múltiples estallidos provenientes de la calle, Jorge Gutiérrez Bueno creyó por un momento que su hijo Jorge Roberto y dos amigos de éste –quienes platicaban en la banqueta– se divertían tronando cohetes. Casi de inmediato salió de su casa y encontró una escena inesperada: los tres jóvenes yacían ensangrentados; dos de ellos, ya sin vida mientras que el tercero estaba gravemente herido, pero moriría horas después en un hospital.
Esto pasaba en una ciudad que, junto con su área metropolitana (el municipio vecino de Villa de Álvarez), fue declarada como la más violenta del mundo en 2022, en un listado de 50 urbes que publica el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal, AC.