Lo más difícil para la legisladora Adela Ramos a su llegada a San Lázaro fue ver que Morena, un movimiento al que vio fundarse como instrumento de lucha para romper el esquema de corrupción del sistema, para transformar el país, la política y para generar condiciones de democracia, contaba entre sus filas en la bancada a expriistas y expanistas. “Los mismos que nos reprimían son ahora diputados por Morena”, dice.
Igualmente difícil le fue conocer que las iniciativas de Morena “llegan planchadas” a los diputados: “Aquí está la iniciativa y tienen que votar en favor. De hecho, el coordinador dice lo que tiene que leer. Por eso los diputados de Morena sólo suben a tribuna a insultar, no cabildean, no debaten”.