Tierras que fueron santuario para los otomíes y hogar de encinos, oyameles, cedros y pinos, hoy se encuentran rodeadas por una valla que promete “una vida en armonía con la naturaleza” en el fraccionamiento de lujo Reserva Santa Fe, encima de un Área Natural Protegida.
El logo del proyecto inmobiliario, un escarabajo, es emblema de un despojo que, según los comuneros de los poblados aledaños, nunca debió ocurrir. “Son escarabajos, se metieron al bosque a construir sus spas”, afirma Rogelio, de 45 años, vecino de Piedra Grande, mientras señala los límites del proyecto, donde la propiedad privada ha cercado una aldea alpina en construcción.