A ocho días del impacto del huracán “Otis”, con vientos de 270 kilómetros por hora, en la costa de Guerrero, afectando a cinco municipios, entre ellos al puerto turístico de Acapulco, miles de guerrerenses se encuentran sin comida, sin trabajo, sin bienes, sin agua, devastados y sin recibir ayuda por parte de cualquier gobierno, sea municipal, estatal o federal.
En Coyuca de Benítez, a unas cuadras del palacio municipal, ya comienza a oler mal. Ni brigadistas, ni militares ni guardias nacionales han acudido a apoyarles para limpiar los escombros, desahogar las inundaciones, o proveerles lo esencial: alimento o agua. Nada.