A las familias que fueron notificadas que sus viviendas serán demolidas por el paso del tren del Corredor Interoceánico, el gobierno ofrece 36 mil pesos para renta y la promesa de reubicarlas, pese a tener títulos de propiedad y pagar predial.
En la casa de doña Esther, en el barrio San Francisco de Pijijiapan, hay una estatuita de la virgen de Guadalupe y un perro que no para de ladrar.
Una hamaca cuelga en el medio de su cuarto de paredes fuertes: son de blocks con zapatas, para aguantar las vibraciones del tren de carga que, hasta hace unos 20 años, pasaba una vez al día en las vías que corren a lado de su casa.