Una protesta contra la gentrificación y el despojo en Oaxaca reavivó el debate sobre si otras urbes del país, incluida y sobre todo la Ciudad de México, sufren este tipo de problemas, azuzado sobre todo por migrantes y nómadas digitales que vienen desde países desarrollados y encarecen las rentas y el costo de vida de los locales.
“Migrantes sí, gringos no“, dice la pinta sobre una pared en las calles de Oaxaca capital, en el estado que alberga algunas de las playas más icónicas del turismo mexicano y que es uno de los enclaves principales de este sector en la región, a la vez una de las más pobres del país. “Oaxaca no es mercancía”, reza otra pared.
Se trata de docenas de personas que marcharon el sábado pasado para manifestarse contra el encarecimiento de las rentas y de las propiedades en el estado. Acusan que es precisamente la llegada de personas de países con ingresos económicos más altos, para estancias cortas y sobre todo largas, las que han encarecido la vida en la entidad.