Cuando los hermanos Arellano Félix llegaron a Baja California a tomar, de forma criminal, la frontera de Tijuana, donde asentaron su mafia, la Agencia Antinarcóticos de Estados Unidos -DEA- inició una cruzada contra el cártel mexicano. Durante 17 años se convirtieron en la organización criminal más prolífica, violenta y con presencia en más de 20 estados de la Unión Americana.
Un hecho fortuito que no tuvo que ver con los esfuerzos de la DEA o los exiguos planes del gobierno mexicano para acabar con el Cártel Arellano Félix (CAF), daría inicio al declive de la organización criminal. Un policía federal se vio, de forma casual, frente a frente con Ramón Arellano Félix, el matón y más temido del cártel, cuando este -en un bajísimo perfil- había viajado a Mazatlán, Sinaloa para festejar en el afamado carnaval de aquel puerto.