Había manchas de sangre y huellas de arrastre “como de bultos pesados”, lo que hizo sospechar de un ataque. El ataque pudo haber ocurrido entre el 28 y el 29 de abril.
Dos australianos y un estadounidense hacían lo que más les gustaba en la impresionante y aislada costa del estado de Baja California, en el noroeste de México. Sus últimas imágenes en las redes sociales los mostraban sentados mirando cómo las olas golpeaban contra las rocas.
Las investigaciones iniciales apuntan a que lo que acabó con sus vidas fue consecuencia de un hecho fortuito como el paso de una camioneta llena de gente malintencionada. Los surfistas recibieron un disparo en la cabeza y sus cuerpos fueron arrojados a un pozo cubierto a varios kilómetros de distancia. El desarrollo de los hechos fue de pesadilla.